Kashiwa Daisuke – 5 Dec. (2009)

Lo que comúnmente se denomina música clásica ha quedado relegado al uso y disfrute de ciertos sectores conservadores -o, en un sentido más amplio, ciertas disposiciones de necesidad más conservadoras- los cuales disfrutan esa clase de composiciones. Vistas por los más jóvenes como algo del pasado, parece que la música orquesta está deviniendo, definitivamente, en una marginalización evidente; la música clásica desconoce las claves para alcanzar un público nuevo. Por supuesto hay algunos músicos que han sabido como abordar esta problemática situación -en esté mismo número tenemos a Ennio Morricone pero, yendo al otro lado del mundo, también podríamos hablar de Ryuichi Sakamoto- pero son una excepción para una norma que pinta funesta para la música que no tenga un discurso eminentemente contemporáneo. ¿Como se va a mantener el interés por una música que hunde su tradición en composiciones y formas de hace siglos cuando algo que siquiera llega a una década ya se le considera vintage? La apuesta de Kashiwa Daisuke sería, precisamente, en combinar este lo viejo y lo nuevo / lo culto y lo popular.

La base a través de la cual parte Kashiwa Daisuke es la de una base eminentemente orquestal -esencialmente piano, aunque en sus composiciones también brillan con luz propia los violines- a través de la cual luego modifica sin compasiones a través de samplers, distorsiones y toda clase de jugueteos más propias de un dj que de un músico clásico. De éste modo va combinando lo mejor de ambos mundos para crear cataratas de sonido donde su tendencia eminentemente progresiva se va superponiendo sobre unos pianos difuminados que se ven como sombras tras espesas murallas de sonido; si lo orquestal es una suerte de espectro en la actualidad, hace de lo etéreo la condiquio sine qua non de su obra. Esto lo podemos presenciar en su más fastuosa celeridad en composiciones como ‘Aqua Regia’, seguramente el tema más contundente y redondo del disco, donde combina sin escrúpulos el glitch chirriante, un piano clásico y un teclado cargado de distorsión entre infinidad de capas y samplers de sonidos de agua. De éste modo hace una combinación sublime a la par que terrorífica entre lo orgánico y lo digital, lo físico y lo etéreo, que conduce hacia esos estallidos de magia donde todo se confunde en una marisma de sutilidad implosionada. Consigue que tanto lo clásico como lo contemporáneo aniden juntos sin chirriar en su conjunto, haciéndose el amor con una pasión desbordante.

Pero, pese a todo, como nos demuestra en ‘Black Lie, White Lie’ Kashiwa Daisuke está de vueltas de todo y es capaz de hacer, también, un techno ejemplar donde el piano sea la conquista más primorosa de la canción. Una canción pensada para las pistas de baile, donde lo que permite el baile es el piano, la melodía puramente techno se convierte sólo en una desasogante atmósfera cargada; no sólo hace confluir dos mundos diferentes, sino que les hace intercambiar sus atributos. Y es así como alcanza una sublimidad tal que su escucha se hace sobrecogedora, absurda, pues hace falta más de una escucha para poder comprender cada misterioso rincón que anida en su interior.

Cuando comenzó el joven Daisuke con la música no tardo en apadrinarlo el veterano Ryuichi Sakamoto a base de aumentar su popularidad aireando sus canciones obsesivamente en Radio Sakamoto. Aunque esto debería ser suficiente para concienciarnos de que el autor de este enigma que es ‘5 Dec.’ no es precisamente un farsante, apenas sí un hipster intentando colarnos años de conservatorio pasados en una rave, sólo hace falta escuchar sus canciones para comprobar que el mito creado por Sakamoto está posicionado en el sitio que merece. Sus canciones, todo inmensidad inabarcable por el oyente común, nos exigen continuamente que las visitemos una y otra vez, con enfermiza asiduidad, para poder así quizás algún día entender siquiera una cuarta parte de porqué cada escucha es diferente a la anterior pero todas son, sin excepción, una experiencia de lo sublime; de lo que nos supera siempre en todas sus perspectivas vitales. Pues no hay futuro que no atraviese las infinitas capas que componen el pasado.

Escúchalo.

The Sky Was Pink: Aunando las tradiciones
Hellfire Within Me: Kashiwa Daisuke – April.#02 (2006)

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